Tener una piscina en casa es sinónimo de diversión y relajación, pero también requiere cuidados constantes para evitar riesgos para la salud. Saber cómo mantener el agua libre de bacterias es fundamental para proteger a tu familia de problemas en la piel, ojos o incluso infecciones más graves.
1. Mantén un equilibrio químico correcto
Los niveles de pH (7.2 – 7.6) y cloro (1 – 3 ppm) son clave para prevenir la proliferación de bacterias. Un agua desbalanceada puede favorecer el crecimiento de microorganismos y dañar la estructura de la piscina.
2. Limpieza física frecuente
Retira hojas, insectos y suciedad de la superficie con una red todos los días. Aspira el fondo al menos una o dos veces por semana para evitar que los desechos se acumulen y se conviertan en un foco de bacterias.
3. Filtración eficiente
El sistema de filtración elimina partículas invisibles que no se quitan manualmente. Un filtrado deficiente puede dejar pasar bacterias y provocar turbidez.
4. Controla las fugas invisibles
Las fugas alteran el equilibrio químico porque el agua tratada se pierde y es reemplazada por agua sin desinfectar. Si notas que el nivel baja más rápido de lo normal, haz una prueba para descartar pérdidas.
5. Mantenimiento profesional regular
Un servicio especializado puede detectar problemas que no se ven a simple vista, como pequeñas fugas, filtros dañados o fallos en el sistema de cloración.
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Aprender cómo mantener el agua libre de bacterias es la base para una piscina segura y saludable. Con el equilibrio químico adecuado, limpieza constante y la supervisión de profesionales, podrás disfrutar de tu piscina sin preocupaciones.
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